According to the Brazilian thinker Osvald de Andrade, who bet towards the concept of intellectual anthropophagy, implying the ability to devour alien thoughts to make them our own, the panorama of what’s left to digest is simply frightening. To daily devour aspects of human knowledge and to have a notion of what’s left to learn places the common individual facing the infinite. However to imagine oneself as an infinitesimal fragment of the relation is no insignificant matter. It is to consider a space made of tensions that places us on an indispensable part of a whole. That’s the reason why the project You Are What You Eat by Roni Mocán unites in one single plane ­or plate­ more than 2000 images that represent the different eating times that the artist consumed a whole year. Obviously this monosectorial decision and systematic register implies an appreciation of the daily act of eating. However, seen as a process about knowledge, the metabolism ­in its primary physical functions such as the choice of food types, the identification with these, the swallowing and digestion of them­ transforms itself into an analogy of the form in which we consume information. In this sense, it turns indispensable to consider which foods and drinks of any corner of the Earth are cultural products that contain the ingredients that satisfy the body at the same time that they inform us. Flavors, consistency, ingredients or condiments replicate the details of particular situations, precise contexts and alien cultures to make them our own.

On this work, Roni Mocán brings us to a menu ­his menu­ that shows the way in which the individual distributes a basic necessity at the same time that it shows the distribution of his interest in acquiring the knowledge of others. Also, digesting a chicken sandwich brought from Guatemala to New York, Chinatown fortune cookies, fast food or menus with determined spices is a symptom of how knowledge flows in actuality and how these processes are slowly transforming in a planetary digestion.

—Rosina Cazali
La Curandería, Independent Curator, Guatemala



De acuerdo a Osvald de Andrade, el pensador brasileño que apostó hacia el concepto de una antropofagia intelectual, la cual implica capacidad de devorar el pensamiento ajeno para hacerlo propio, el panorama de lo que queda por digerir es sencillamente aterrador. Devorar diariamente aspectos del conocimiento humano y tener una noción de lo que queda por aprender sitúa al individuo común frente al infinito. Sin embargo, imaginarse como un ínfimo fragmento de esa relación no es un asunto despreciable. Es considerar un espacio de tensiones que nos sitúa como parte indispensable de un todo. De ahí el por qué la pieza “Uno es lo que come” de Roni Mocán une en un solo plano ­o plato- más de 2000 imágenes que representan los distintos tiempos de comida que el artista consumió durante todo un año. Evidentemente, esta decisión monosectorial y de registro sistemático, implica aprecio al acto cotidiano de comer. Sin embargo, visto como un proceso de conocimiento, el metabolismo -en sus funciones físicas primarias tales como escoger alimentos, identificarse con los mismos, deglutirlos y digerirlos- se transforma en una analogía de los modelos en que estamos consumiendo información. En tal sentido se hace indispensable considerar que comidas y bebidas de cualquier rincón del planeta son productos culturales que contienen los ingredientes que satisfacen lo corporal al mismo tiempo que nos informan. Sabores, consistencias, ingredientes o condimentos replican los datos de situaciones particulares, contextos precisos y culturas ajenas para hacerlas propias.

En este lienzo Roni Mocán nos acerca a un menú ­su menú- que ilustra la manera en que el individuo distribuye una necesidad básica al mismo tiempo que muestra la distribución de su interés en adquirir el conocimiento de otros. Además, digerir un sándwich de pollo llevado desde Guatemala hacia Nueva York, galletas de la suerte del barrio chino, fast food o menus con especies determinadas es un síntoma de cómo fluye el conocimiento en la actualidad y cómo estos procesos se están transformando, poco a poco, en una digestión planetaria.

—Rosina Cazali
La Curandería, Curadora independiente, Guatemala